viernes, 7 de marzo de 2014

Para aprender a estar presentes



Todas las mañanas comienza un nuevo viaje al que llegamos con nuestro equipaje particular y único. Cargamos con nuestras viejas tendencias y hábitos, hacedores de la forma en la que amaremos, sentiremos y trabajaremos ese día. Nuestra historia de costumbres inconscientes puede arrastrarnos a vivir con una cuota de malestar innecesario. Por eso, prestar atención a todo lo que hacemos, a lo largo de todo el día, puede ayudarnos a vivir mejor. ¿Cómo podemos hacerlo?

Muchos interpretan que “con esfuerzo se llega a cualquier parte” y que el que no lo hace es un “perdedor” o un “perezoso”. ¿Será así? Es más probable que el que acentúa la voluntad como única vía de trabajo, no sea un buscador o un buceador de sus profundidades inconscientes ni esté intentando evolucionar en la totalidad de sus aspectos personales, ya que no todo lo que nos pasa se domina con la intención voluntaria.
Por otra parte... ¿Quién podría decir que está “mal” intentar hacer las cosas “bien”, Con responsabilidad y excelencia y con voluntad de cambio? Esta intención estaría expresando amor y cuidado por la vida. Ahora bien, esta misma circunstancia -por mejor intención que represente- puede llegar provocar el efecto de convertirse justamente en aquello que nos produce infelicidad. Si desde el comienzo del día nos forzamos, pase lo que pase, a lograr obtener sentimientos agradables, reacciones más eficientes o soluciones más acordes a los problemas que nos esperan, veremos que la tensión irá aumentando hora tras hora en nuestro cuerpo.
La misma búsqueda permanente de más belleza o más sabiduría nos hace caer en la trampa de evaluar las cosas desde la suposición de nuestra deficiencia, nuestra realidad o nuestra ignorancia. Puede suceder que al final de la jornada estemos sintiendo mucho desagrado al evaluar que no cumplimos con nuestro objetivo de obtener muchos éxitos y pocos fracasos. Entonces, nuestro día habrá transcurrido por un circuito prefijado de dolor y frustración innecesarios.
Si estamos desconectados de los límites que tiene nuestro propio cuerpo y además nos imponemos exigencias desmedidas ¿No estaríamos forjando así nuestra propia materia prima? ¿qué otra cosa seremos sino un gran cúmulo de tensiones e insatisfacciones? Eso será todo lo que tenemos y todo lo que somos en ese día. En cambio... si logramos darnos cuenta de nuestra presencia en cada respiración, reconociendo que en toda nuestra vida no lograremos concretar grandes metas sino que unicamente podemos hacer pequeñas cosas con amor, ganaremos una oportunidad para mejorar nuestra cotidianidad.
Por el contrario, aquellas personas que se encuentran muy concentradas en una búsqueda personal interna, que transitan caminos profundos, pueden verse perjudicadas si no logran ocuparse de sus asuntos materiales y concretos. Así, a cualquier hora, en cualquier lugar, en uno de esos días en los que no nos ocurren grandes cosas, tendremos acceso a una presencia consciente en nuestra vida cotidiana. A pesar de todo, a pesar de las cuestiones desagradables, rutinarias o tediosas, –y así como el presente da paso al futuro- también tenderán a desaparecer nuestras incomodidades; algunas veces provocándonos también una sonrisa cuando descubrimos su pequeñez e intrascendencia. En esos días en los que parece que el planeta entero se derrumba, resulta difícil o absurdo disfrutar, proponernos mantener un nivel óptimo de buen humor, pasar por alto y con ligereza ciertas dificultades. Una vez más podemos recordar que “difícil no es sinónimo de imposible”.Vale la pena investigar porque... Nuestras acciones en sí mismas son las únicas que podemos realizar? ¿O somos algo distinto de ellas?.

Hay algunos verbos que merecerían ser recordados todos los días:

Poner cuidado al respirar.
Reír lo más posible considerando al sentido del humor como uno de los valores más elevados.
Relajarnos cada vez que lo recordemos.
Ser todo lo que somos sin excluir nada por rechazo o reforzar nada por atracción.
Meditar
en un lugar en especial o en cualquier lado; cuando esperamos algo, cuando caminamos en la calle, cuando cocinamos....
Respetar los templos como lugares sagrados y saber que todos los lugares de nuestra vida son sagrados como templos.
Caminar descalzo sobre el césped o sobre una alfombra sintiendo las direcciones de ida y de vuelta desde los pies hasta la cabeza y desde el cielo hacia la tierra.
Percibir qué es lo que motiva nuestras palabras y decidir siempre si expresarlas o guardarlas.
Conectarnos con el presente, el único tiempo que tenemos verdaderamente.
Disfrutar los pequeños momentos placenteros sin mirar hacia adelante buscando “la felicidad venidera".
Realizar el trabajo simple, repetitivo y rutinario, a modo de meditación en acción. Realizar las tareas del hogar puede ser una situación desagradable o convertirse en un momento consciente más de nuestra vida.

Luego de leer la lista ¿Cuánta confianza tiene usted en sus posibilidades de mejorar la vida diaria?¿Se animaría usted a agregar algunos a continuación? Si es así, acá van otros más: Investigar, explorar, aprender, dudar y afirmar.


de : http://www.psicologiadelacompasion.org/herramientas-para-lo-cotidiano/aprender-a-estar-presentes.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario